Foto: Iñigo Maneiro |
IÑIGO MANEIRO
En la intersección de dos de las principales calles de Puerto Maldonado hay una torre de 45 metros de altura, lunas oscuras y grabados en cemento de escenas correspondientes a la época del caucho. Es el monumento a la biodiversidad. Desde él se contempla, después de subir 235 escalones, la inmensidad de la selva de Madre de Dios, el río del mismo nombre y el Tambopata, además de muchas de las 40 mil motos y mototaxis que pululan por las calles de esa ciudad.
Quizá el lector se pregunte por qué hay que subir esos peldaños, en vez de usar el ascensor que se encuentra junto a la puerta de entrada. Una semana después de inaugurar este monumento, que costó varios millones de soles a las arcas de la municipalidad, un grupo de chicos de un colegio que se encontraba de visita, introdujo una nuez de aguaje a su sistema de engranaje volándolo literalmente por los aires. Pero no es necesario subir y bajar 570 escalones para, desde el mismo Puerto Maldonado, contemplar la selva y disfrutar de alguno de los atractivos que posee el departamento más biodiverso del Perú y que, desde épocas tempranas de la Colonia, estuvo asociado al Paititi.
LAGOS Y MARIPOSAS
A Puerto Maldonado se puede llegar en avión o tras un hermoso viaje por tierra recorriendo la Interoceánica Sur, que atraviesa todos los pisos ecológicos que uno se puede imaginar. Junto al aeropuerto se encuentra el mariposario de la ciudad, una exhibición de varias especies de mariposas, sus ciclos de vida y la flora de la que se alimentan.
En el otro extremo de la capital, el nuevo puente Bilinghurst, también conocido como Intercontinental, uno de los más largos del Perú con 750 metros, nos permite cruzar ambas orillas, y contemplar el majestuoso río Madre de Dios, que toma su nombre por la virgen que apareció, o que los dominicos dejaron como principio de evangelización, en una de esas orillas. Desde el puente se contempla el puerto, de donde salen todos los botes y peque-peques que llevan a los viajeros a los lodges ubicados a lo largo de los ríos. También es el punto de arranque para las visitas al lago Sandoval, generoso en aves y nutrias, el lago Valencia junto a la frontera boliviana, o la collpa Colorado. En esta, el viajero podrá ver cientos de loros y guacamayos siguiendo estrictos turnos de alimentación, consumiendo las arcillas que los limpian de las toxinas ingeridas con diversas frutas.
Cerca de Puerto Maldonado, a unos 5 kilómetros de la Plaza de Armas, está el corredor ecoturístico Tambopata, un conjunto de 17 iniciativas dirigidas por amantes del bosque y la conservación, donde se puede dormir, comer, cuidar animales recogidos del tráfico ilegal de especies, tomar plantas maestras o, simplemente, escuchar las fabulosas historias de sus protagonistas, que ninguna alcanza a ser tan absurda como la del monumento a la biodiversidad con la que comienza este artículo.
Fuente: Diario El Comercio
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