Por Carlos A. Ventura Callejas*
El maíz nativo forjó historias que han dado paso a comunidades diversas, solidarias y con estilos de vida respetuosos de la Pachamama. En los últimos cuatro años se cierne una amenaza: perder nuestro maíz nativo. Empresas transnacionales como Monsanto han puesto sus intereses en el centro de origen, México.
La amenaza se remonta al 2009, cuando el entonces presidente Felipe Calderón otorgó los permisos para siembra de maíz transgénico en fase experimental. No dejo de mencionar que el principal articulador y mediador de estos permisos fue Bruno Ferrari, quien fue secretario de economía en el periodo calderonista, y quien además fue Presidente y Director General de Seminis Vegetable Seeds, empresa que pertenece al grupo Monsanto. En esa ocasión, los permisos se otorgaron sin evidencia plena de la viabilidad e inocuidad del maíz transgénico, sino todo lo contrario, se concedieron con base en intereses económicos del gobierno mexicano y la transnacional agroindustrial.
No podemos aceptar que en medio de un conflicto de intereses se ponga en riesgo nuestra soberanía alimentaria como país, nuestra salud, y se violente nuestro derecho a la alimentación y a un medio ambiente sano. Derechos consagrados en diversos tratados internacionales de derechos humanos, así como en los artículos primero y cuarto de nuestra Constitución Política.
¿Qué sucede actualmente?
El gobierno de Calderón, antes de dejar la presidencia en 2012, otorgó permisos a la misma transnacional para siembra de maíz transgénico en fase piloto, etapa previa a la siembra comercial. Entonces hizo caso omiso a los señalamientos que hicieron grupos de científicos, como la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), quienes evidenciaron que no puede coexistir la siembra de transgénicos con plantas convencionales, pues se generan daños irreversibles ocasionados por la constante polinización. El maíz corre el riesgo de ser contaminado con transgenes, los cuales paralizan y anulan la existencia de especies nativas y sus derivadas. De hecho, existe evidencia científica que demuestra la falsedad del argumento de que Organismos Genéticamente Modificados (OGM) son perfectamente controlables y precisos. Desde 2001 esto fue evidenciado por David Quist e Ignacio H. Chapela en un estudio realizado en Oaxaca, que auspició la Universidad de California en Berkeley, y publicó y avaló la revista científica Nature. Desde entonces se hallaron transgenes en maíces nativos.
De forma discrecional se entrega a esta corporación el territorio mexicano. Sin reparo alguno, organizaciones campesinas, de productores, de derechos humanos, grupos de científicos y académicos aseguramos que se pone en riesgo la biodiversidad y la salvaguarda del maíz nativo y todos sus parientes silvestres. Además se despoja de su historia y cultura a los pueblos indígenas y campesinos quienes viven en íntima relación alimenticia y espiritual con la milpa.
Este despojo se afianza todavía más con la entrada en vigor del Acuerdo por el que se determinan los centros de origen y centros de diversidad genética del maíz, el cual se publicó en el Diario Oficial de la Federación, en noviembre de 2012. En este instrumento oficial, el Estado mexicano define los centros de origen del maíz y determina su protección y resguardo de todo tipo de OGM. Esto no es suficiente, pues el territorio mexicano en su totalidad es centro de origen y no solamente los estados que Semarnat y Sagarpa consideran. Esta es una estrategia más que a todas luces está dirigida a garantizar la entrega de los territorios y la producción de maíz a la transnacional.
Monsanto va por la siembra de maíz comercial a rajatabla. El pasado 15 de julio de 2013 venció el plazo que tenía el gobierno mexicano para otorgarle o no permisos para sembrar maíz transgénico en fase comercial, lo que implica siembras masivas en territorios de Chihuahua, Coahuila y Durango. A la fecha ninguna de las Secretarías implicadas en esa decisión (Semarnat, Sagarpa, Salud) han fijado una postura contundente y transparente sobre la resolución final respecto a la siembra comercial.
¿Qué se ha hecho desde sociedad civil al inicio del sexenio?
El Gobierno de Enrique Peña Nieto ha tenido una posición exangüe frente a este tema. Desde su llegada a la Presidencia de la República diversos sectores de la sociedad le exigimos que fije su política agroalimentaria para el país, donde deje clara su postura frente a temas de interés público como el maíz transgénico, los OGM y los intentos de patentar la biodiversidad que existe en nuestro país.
Por ello, durante este primer semestre del año realizamos diversos actos de movilización y denuncia. El pasado 25 de mayo salimos a las calles, en el marco del movimiento mundial contra Monsanto, para exigir al Estado mexicano que cerrara toda posibilidad de siembra comercial de maíz, y anulará los permisos que en otras fechas había consentido. En esa ocasión miles de mexicanas y mexicanos, articulados en torno al Carnaval del Maíz, expresamos nuestro total rechazo a la transnacional, e instamos al pleno respeto de nuestros derechos como productores, consumidores y habitantes de un territorio que es centro de origen y biodiversidad del maíz.
Por otro lado, la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País emprendió una demanda colectiva frente a la posible apertura a la siembra de maíz en fase comercial. Misma que fue respaldada por científicos, académicos, intelectuales y expertos en derechos humanos. Esta demanda nos implicó, como organizaciones de la sociedad civil y personas consumidoras o productoras, exigir que tribunales judiciales declaren que los límites y restricciones establecidos en la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) son ineficientes, pues existe evidencia científica de contaminación transgénica de maíces nativos en los estados de Oaxaca, Sinaloa, Chihuahua, Veracruz y Guanajuato. Asimismo, solicitamos medidas precautorias para que se suspenda la siembra de cultivos transgénicos a nivel nacional. A la fecha la demanda está presentada y esperamos la resolución del Poder Judicial.
En abril de este año se llevó a cabo la preaudiencia relativa a la contaminación transgénica dentro del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP). En este Tribunal, en el cual también participó la Premio Nobel Alternativo, Vandana Shiva, se dictaminó que la contaminación transgénica del maíz nativo de México es un crimen del cual es responsable el Estado mexicano. Asimismo se denunció que el maíz es reducido a una mera mercancía y se transfiere el dominio del territorio a empresas transnacionales por medio de concesiones que posibilitan la siembra a gran escala de maíz genéticamente modificado.
De visita en México, Vandana Shiva hizo un llamado a defender el maíz nativo. Nos convocó a una defensa a nivel mundial desde el Sur Global, ya que aunque la tensión mayormente se sitúa en México, es evidente que la pérdida de la biodiversidad del maíz nativo es algo que incluye a millones de personas en el mundo como consumidoras, productoras, y que tienen una estrecha relación con la milpa.
Aquí sus palabras:
En Redes Sociales también ha habido intentos para evitar la siembra de maíz transgénico. Recientemente, colectivos de jóvenes ambientalistas, cosumidores, miembros del Carnaval del Maíz llamaron a una ciberacción para exigir que no permitan la siembra en fase comercial. Con el hashtag #SagarpaNoSeasOGT (Organismo Genéticamente Transformado), dirigido principalmente al Secretario de Sagarpa, Enrique Martínez y Martínez, ciberactivistas de todo el país y diversas partes del mundo lograron que el tema se hiciera presente en redes.
Es urgente seguir difundiendo información sobre esta problemática en México. Todas las personas que habitamos o transitamos por el territorio mexicano podemos sufrir graves violaciones a nuestra dignidad, historia y medio ambiente. Se hace entonces fundamental exigir al Estado que cumpla con sus obligaciones de proteger y garantizar nuestros derechos, tal como le mandata la Constitución.
Sigamos pidiendo el cese de todo permiso para siembra de maíz transgénico, exijamos el etiquetado de alimentos transgénicos y solicitemos información imparcial sobre los OGM. Una manera de actuar en lo cotidiano es vincularnos con productores locales que respetan la naturaleza y que con métodos agroecológicos de producción generan maíz y alimentos sanos que benefician nuestra salud y nutrición. También impulsemos adquirir alimentos en el comercio local, lo cual se traduce en acudir a mercados populares y evitar mayormente alimentos empaquetados e industrializados. Por mencionar algunas pequeñas acciones que nos ayuden a construir una cultura de respeto y conservación de los bienes naturales.
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* Carlos Ventura es responsable de Educación, Promoción y Difusión del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria - CDH Vitoria.
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Fuente: Animal Político: http://www.animalpolitico.com/blogueros-la-dignidad-en-nuestras-manos/2013/07/17/por-que-decimos-no-al-maiz-transgenico/
Fuente: SERVINDI
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