Las expectativas con la que se impulsaba el Gasoducto Sur Andino (GSA) años atrás ahora se cubren de un mar de dudas. El inicio de su ejecución aún está sujeto a muchos factores. Luis Arditti Rocha, gerente general de Kuntur Transportadora de Gas, empresa que tiene la concesión del proyecto, admitió ello en el foro organizado ayer, "Inversión en petroquímica y perspectivas de desarrollo para Moquegua y la macrorregión sur". Explicó que falta definir la adenda al contrato suscrito con el Ministerio de Energía y Minas (Minem) y a la vez certificar la reserva de gas. Al momento se realizan las negociaciones entre las partes para la adenda.
En 2008 se le dio la concesión del GSA a Kuntur, sin embargo, el acuerdo original firmado con el Estado solo permitía el traslado de gas seco. Con la adenda se transportará los líquidos del gas que tienen una enorme rentabilidad. "Estamos conversando y esperamos llegar a un acuerdo a la brevedad", señala Arditti Rocha.
Asimismo, agregó que como parte de esas tratativas se realizará hoy en Lima una reunión en la oficina de Asesoría Legal del Minem, en la que esperan sanear el documento. Según Arditti, subsanando esto se podrá entrar a tareas preliminares.
RESERVAS DE GAS
El otro asunto que estanca el desarrollo del GSA es la certificación de reservas existentes de gas en los lotes 57 y 58. Esta tarea está a cargo de las empresas Repsol y Petrobras. El gasoducto andino necesita de 7 a 12 Trillones de Pies Cúbicos (TCF) para funcionar. Actualmente disponen de 3 TFC de los lotes 57, 58 y 88.
Expertos en la materia han estimado que la certificación podría demorar entre un año y año y medio. Arditti no se atreve a estimar el tiempo, porque el tema depende de los operadores de los pozos. No obstante, para el representante de Kuntur conocer la verdad sobre este asunto será fundamental para dar los siguientes pasos.“Servirá al proyecto de punto de partida, tanto económico como comercialmente”, refiere.
Pero la otra sombra en frente del GSA es el proyecto de Ley Nº 1396 del gobierno que propone un etanoducto costero, desde Pisco al sur del país, un ducto de Malvinas a Quillabamba y otro de Cusco a Puno. Éste dejaría sin piso al GSA y la promesa de gas natural barato a una decena de ciudades sureñas.
Al respecto, Arditti se mostró cauto y refirió que el futuro de un proyecto depende de la eficiencia de la inversión. “No solo de nuestra inversión, sino de ambos”, sostuvo. El GSA acoge como su principal demanda atender la ejecución del polo petroquímico en el sur. Manuel Dammert, ex secretario de la PCM, señaló que el etanoducto descuartiza este proyecto. El ministro de Energía y Minas, Jorge Merino, aseguró en todo momento que es viable hacer los dos ductos.
Para Luis Arditti, ambos proyectos se restan rentabilidad. Detalla que a medida que el insumo (hidrocarburo) salga del mismo lugar, con el mismo destino y similar flujo, obvio que reduce su potencialidad.
Al respecto, Jaime Quipusco Escobedo, gerente de proyectos de Braskem, refiere que el polo petroquímico de talla mundial, como se piensa hacer, requiere de por lo menos 80 mil barriles de etano diarios. “Pero mientras no tengamos el perfil y mayores detalles, no podemos hacer ninguna evaluación”, comentó.
Fuente. Diario La República
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