jueves, 12 de septiembre de 2013

¿Qué sucedió cuando la izquierda ganó las elecciones? Ocurrió hace 40 años


Por Jorge Agurto

Hace 40 años la izquierda ganó limpiamente las elecciones y se hizo del gobierno en Chile. Salvador Allende, un médico cirujano y político socialista, representaba la esperanza de un nuevo horizonte político favorable al pueblo, sin recurrir a las armas ni a la violencia.

Con el apoyo de la Unidad Popular, un conglomerado de partidos de izquierda, quería demostrar al mundo que era posible construir lo que se denominó: la “vía chilena al Socialismo”.

Las nuevas generaciones que no recuerdan esos episodios deben saber que el gobierno de Allende terminó abruptamente el 11 de setiembre de 1973 -hace cuarenta años- con un golpe de Estado en el que participaron las tres ramas de las Fuerzas Armadas y el cuerpo de Carabineros.

El Palacio de La Moneda -sede de gobierno- fue atacado por aviones y tanques, en un complot donde hubo activa participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Los documentos desclasificados han revelado la implicación de la CIA, del entonces presidente Richard Nixon, de Henry Kissinger y de las empresas trasnacionales, quienes socavaron al gobierno por temor a que se convirtiera en una nueva Cuba.

Tras el fin de su gobierno sobrevino una dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet, que duraría dieciséis años y medio.

Según datos oficiales, durante el gobierno militar de Pinochet cerca de 3.200 chilenos fueron asesinados por agentes del Estado, de los que más de 1.190 están aún desaparecidos y otros 33.000 sufrieron tortura y encarcelamiento.

El sociólogo Manuel Antonio Garretón sostiene que existe un núcleo duro de pinochetistas, minoritario pero significativo, que justifica el costo de la dictadura. Se trata de un sector “enquistado en poderes económicos, políticos y mediáticos” y que muestran que Chile “es aún un país enfermo”.

Salvador Allende falleció y la vía chilena al Socialismo fracasó en el intento, imponiéndose desde entonces el camino fascista y neoliberal, que muestra se careta democrática mientras no le toquen el modelo dominante al servicio de las transnacionales. Esto es algo que no debemos olvidar.





El último discurso de salvador Allende

A las 10:15, a través de Radio Magallanes, la última pro-gubernamental aún no silenciada, Allende emite su último mensaje a la Nación:


Quizás sea ésta la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: Soldados de Chile, comandantes en jefe y titulares…, el almirante Merino… más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su solidaridad y lealtad al gobierno, también se ha denominado director general de Carabineros.

Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

¡Trabajadores de mi Patria!: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección.

El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición: la que les señaló Schneider y que reafirmara el Comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando, con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios…

Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

…Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, la seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!

Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

El 11 de septiembre

Wikipedia.- El 10 de septiembre, a las 16:00, zarpó la escuadra tal y como estaba previsto, ya que debía participar en las maniobras navales internacionales UNITAS. Mientras tanto, el Ejército se acuarteló, dando como razón el probable desafuero de Altamirano y Garretón, que explicó Pinochet al ministro de Defensa, Orlando Letelier, podía causar disturbios.

En la madrugada del 11 de septiembre, la escuadra regresó en Valparaíso y las Fuerzas Armadas tomaron la ciudad. Se le comunicó a Allende por teléfono que la infantería de marina estaba en las calles y había comenzado a tomar posiciones de combate. Allende, que se encontraba en su residencia de Tomás Moro, pidió comunicarse a Pinochet y a Leigh, pero eran inubicables.

A eso de las 7 de la mañana Allende, en su Fiat 125, y el GAP (Grupo de Amigos Personales) se enfilaron hacia el Palacio de la Moneda, llegando veinte minutos después. Cargaba con un fusil AK-47 y el GAP ingresó al palacio de Gobierno dos ametralladoras y tres lanzagranadas RPG-7, además de sus armas personales.

Paralelamente, Pinochet llegó al Comando de Telecomunicaciones. Se organizaron las redes de comunicaciones con las demás ramas de las Fuerzas Armadas, especialmente con Leigh, que se encontraba en la Academia de Guerra Aérea, y con Patricio Carvajal, que sería el coordinador del golpe.

Sepúlveda, director general de Carabineros, llegó a la Moneda y le aseguró que Carabineros sigue fiel al gobierno, ignorando que Carabineros está ahora controlado por los generales Mendoza y Yovane.

La Cadena Democrática, formada por las radios Minería y Agricultura, emitió la primera proclama militar. Allende debía hacer entrega inmediata de su cargo a la Junta de Gobierno, integrada por los jefes supremos de las Fuerzas Armadas: Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza (los dos últimos recién autonombrados como jefes supremos de sus ramas, Armada y Carabineros respectivamente). Se le dio también al presidente un ultimátum, si La Moneda no era desalojada antes de las 11.00, sería atacada por tierra y aire. Carabineros retiró sus tanquetas y el personal apostados frente al palacio de gobierno.

Los militares se contactaron con La Moneda y propusieron sacar del país al presidente, pero Allende rechazó la oferta. Pinochet se contacta con Carvajal, quien le indicó la negativa del presidente a rendirse. A las 9.55, los tanques del general Palacios ingresaron en el perímetro de la Moneda. Francotiradores apostados en los edificios aledaños los trataron de repeler, produciéndose una balacera. A las 10:15, a través de radio Magallanes —la única favorable al gobierno que aún no era silenciada— Allende emitió su último mensaje a la Nación.

A las 10:30, los tanques abrieron fuego contra la Moneda. Los siguieron las tanquetas y la infantería, fuego que fue respondido por los miembros del GAP y los francotiradores apostados en los edificios aledaños.

Carvajal se comunicó nuevamente con Pinochet, informándole de la intención de parlamentar. Pinochet exigió una «rendición incondicional».

A las 11:52, los cazabombarderos Hawker Hunter iniciaron su ataque a la Moneda, disparando en cuatro oportunidades sus cohetes sobre la casa de Gobierno, provocando un daño devastador. Otros dos aviones bombardearon la residencia presidencial de Tomás Moro, a la sazón defendida por los miembros del GAP que no alcanzaron a llegar con Allende.

El ataque al Palacio de Gobierno prosiguió con el uso de gases lacrimógenos, pero al ver que la Moneda todavía se negaba a rendirse, a las 14:20 de la tarde el general Palacios decidió tomarla y envió a un grupo de soldados a derribar la puerta del Palacio.

Allende decidió rendirse y deponer las armas. Entonces —según el testimonio de uno de sus médicos, Patricio Guijón, que regresó para llevarse su mascarilla antigás—, con el fusil AK-47, se suicidó disparándose en la barbilla, explotando la bóveda craneana y muriendo instantáneamente. Palacios entró en el Salón Independencia y se encontró con Allende y el médico Guijón. Reconoció al presidente por su macizo reloj Jaeger-LeCoultre. Llamó al oficial de radio y entregó su escueto informe: «Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto».

En la tarde se conformó la Junta de Gobierno. A excepción de unas escaramuzas en sitios aislados de Santiago, la junta dominaba todo el país. La Unidad Popular y su presidente habían muerto, iniciándose diecisiete años de gobierno militar.

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Fuente: SERVINDI

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