A pesar del buen desempeño económico de la región, la disminución de la pobreza durante la última década (2002-2011) ha sido más lenta en las zonas rurales –donde cayó de 62 % a 49%- que en zonas urbanas, donde bajó de 38 a 24 por ciento.
En Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú, más de la mitad de los asalariados rurales que se desempeñan en empresas privadas son pobres.
Así lo indica la primera nota sobre Políticas de Mercado de Trabajo y Pobreza Rural, realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En el se advierte que los importantes déficits de trabajo decente y la debilidad de las instituciones laborales explican en parte la persistencia de la pobreza en las zonas rurales de la región.
Generalmente, esa pobreza se asocia con la existencia de pequeños productores agrícolas de baja productividad y la mala distribución de tierras. Pero a pesar de que en la mayoría de los países la incidencia de la pobreza más alta se da entre los trabajadores por cuenta propia, en varios de ellos la mayoría de los pobres rurales son asalariados.
Según la nota de políticas, el porcentaje de asalariados rurales que no tiene contrato formal puede superar el 80 por ciento en algunos países de la región y muchos de ellos no reciben siquiera el salario mínimo estipulado por la ley.
“Los principales problemas que enfrentan las aéreas rurales son la informalidad de los empleos, el incumplimiento del salario mínimo, la débil sindicalización y negociación colectiva, las brechas de cobertura de la protección social y las modalidades de contratación de mano de obra”, explicó Adoniram Sánches, Oficial de Políticas de la FAO.
“Uno de los problemas graves para el resguardo de los derechos laborales que se presenta en varios países de la región, es la falta de respaldo escrito de los contratos de trabajo, lo que en la práctica además va de la mano de una ausencia de cobertura de la seguridad social” afirmó Gerhard Reinecke, de la OIT.
Esa situación “deja en total desprotección a los trabajadores y trabajadoras de la zona rural”, explicó Gerhard Reinecke, Especialista en Políticas de Empleo de la Oficina de la OIT para el Cono Sur de América Latina.
Políticas públicas para mejorar la calidad del trabajo rural
Casi todos los países de la región carecen de políticas públicas dirigidas hacia el mercado de trabajo en las áreas rurales, tanto por el desconocimiento de las particularidades de dichas áreas como por la falta de institucionalidad apropiada para apoyarlas.
Según la FAO y la OIT, los principales desafíos para mejorar los estándares laborales rurales y avanzar hacia el trabajo decente son:
- Aumentar los niveles de formalización de los empleos: se requiere asegurar la presencia efectiva de las instituciones laborales en todo el territorio.
- Mejorar el cumplimiento de los salarios mínimos: una política de salaries mínimos bien diseñada y aplicada tiene el potencial de impedir que los asalariados caigan debajo de la línea de la pobreza.
- Avanzar hacia la erradicación del trabajo infantil: la prioridad debe estar en eliminar las peores formas o las más peligrosas, es decir aquellos trabajos que afectan directamente la salud y la integridad de los niños.
- Promover el empleo femenino: requiere políticas tanto desde el lado de la demanda como desde la oferta, que contribuyan a mejorar sus niveles educativos y alivien sus responsabilidades familiares.
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