El diálogo en Espinar. Carlincatura de Carlos Tovar, Carlín. Diario La República |
Por Rodrigo Arce Rojas*
Las mesas de diálogo han surgido como una forma de disminuir conflictos sociales, entre los que se pueden mencionar a los conflictos socioambientales. Otra modalidad que puede o no estar originado por un conflicto refiere a las mesas de desarrollo. El origen de este tipo de mesas puede ser diverso: por iniciativa o presión de la población local, por iniciativa de entes estatales o por intermediación de organismos de cooperación internacional.
Diferenciemos lo que implica cada tipo de mesa. Según la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS, 2013) las mesas de diálogo son aquéllas que suelen conformarse a partir de un conflicto social que ha escalado y hecho crisis. Se trata de un espacio político donde acuden los protagonistas del mismo en busca de soluciones al problema que lo motivó. En teoría, se trataría de un espacio donde los actores se conocen, intercambian e incorporan las reivindicaciones de uno en las del otro, tratando de establecer un clima previo de confianza que facilite las ulteriores negociaciones y acuerdos. Así mismo, la ONDS señala que las mesas de desarrollo aluden a una modalidad relativamente novedosa impulsada fundamentalmente a partir de las limitaciones evidenciadas por las mesas de diálogo para dar sostenibilidad a los acuerdos, particularmente en el monitoreo de su cumplimiento. Según esta perspectiva, las mesas de desarrollo serían una etapa superior de las mesas de diálogo.
Si bien es cierto las palabras clave “diálogo”, “desarrollo” pueden marcar la diferencia de mirada y énfasis es importante reconocer las interrelaciones. El diálogo enfocado solo sobre un caso especial de conflictividad puede hacer que se pierda la perspectiva mayor de discusión sobre el desarrollo. Ahora bien, para que una mesa de desarrollo funcione es imprescindible el diálogo. Para resolver esta disyuntiva en algunos casos se está hablando de mesas de diálogo y desarrollo. Este aparente juego de palabras nos permite reconocer el deficiente entendimiento de lo que implica un genuino diálogo.
Un diálogo genuino no se reduce a una relación de transacción en el que los actores pugnan por conseguir algo, arrancar algo, mantener algo. Un diálogo genuino tiene que ver con encuentro, con apertura para aprender del otro y con capacidad para remover actitudes, posiciones o discursos a la luz de la fuerza argumentativa, en la que confluyen tanto elementos racionales como emocionales. El diálogo genuino tiene que ver con transformación. En la interacción no solo se transforma una parte sino que ambos son transformados. El problema está cuando se hace procesos de diálogo bajo presión o amenaza, cuando se cuida solo los intereses de una parte y no se lo circunscribe en una lógica de reconocimiento de la interdependencia de derechos de los múltiples actores.
A ello se añade el hecho de una serie de problemas reconocidos en procesos de diálogo: acuerdos que se establecen con autoridades que no tienen funciones y competencias sobre las materias acordadas, falta de correlato entre acuerdos y bases presupuestarias e incumplimiento de acuerdos, entre otros. El problema central radica cuando una mesa de diálogo surge como una propuesta coyuntural, que frente a la crisis y a la emergencia está presionada para llegar a acuerdos que resuelvan la situación conflictiva. Más que un enfoque de resolución (que puede ser coyuntural) lo que se busca es un proceso de transformación.
Esto nos permite reconocer otra situación: la falta de políticas y espacios institucionalizados que permitan procesar las diferencias a través del diálogo democrático. Como señala Meléndez (2013) las mesas de diálogo son insuficientes sino se cuenta con un respaldo institucional que le dé viabilidad al procesamiento de las demandas en cuestión. Aunque las mesas son importantes es necesario avanzar hacia una infraestructura del diálogo que conjuga tanto elementos de institucionalidad (instituciones, políticas, normas, acuerdos) con elementos de una cultura de diálogo.
Mientras logremos la comprensión de lo que significa construir la aludida infraestructura del diálogo las mesas de diálogo y/o desarrollo seguirán cumpliendo un importante rol para el abordaje y transformación de conflictos. Tal vez se haya dado mucho énfasis en el conflicto como tal y se ha perdido la necesario perspectiva de desarrollo que debe tener todo proceso dialógico. Como se mencionaba anteriormente, necesitamos pasar de una relación transaccional a una relación transformacional, aunque hay una situación de conflictividad que necesitamos abordar el marco del diálogo debe estar enmarcado en una perspectiva de desarrollo. También tenemos que reconocer de qué tipo de desarrollo estamos hablando, pues no todos los actores tienen ni la misma narrativa, ni el mismo entendimiento, ni las mismas escalas valorativas o indicadores para medir ese desarrollo, bienestar, buen vivir, vida plena o como quiera llamárselo.
Esta situación nos obliga a asumir que cada proceso de diálogo, aún cuando surja de una situación conflictiva o un conflicto declarado, debe necesariamente remitirse a la planificación del desarrollo territorial sostenible. Esta es una forma de darle un marco sistémico al diálogo. Muchas de las situaciones conflictivas o conflictos tienen coordenadas geográficas determinadas pero las implicancias no pueden desconectarse de la gestión de cuenca, de la gestión integral de recursos hídricos, de enfoques de ecología de paisajes e incluso de la concepción local del territorio que no necesariamente se agota con los límites políticos de las circunscripciones territoriales.
Un proceso de diálogo debe estar inscrito en los proceso de planificación tanto a nivel comunal, local, regional o incluso con los planes nacionales de desarrollo. Lo más frecuente es que encontremos una falta de articulación a estas herramientas. De otro lado, en los procesos de planificación se verifican – en no pocos casos – debilidades en su formulación. Planes de desarrollo local que repiten acríticamente modelos de desarrollo de fuerte articulación a los mercados externos, énfasis en economías extractivistas y descuido de valores culturales y ambientales (como por ejemplo servicios ecosistémicos). Ni que decir de debilidades o vacíos en cuanto a aspectos de seguridad energética, seguridad hídrica y conectividad, solo por resaltar los más comunes. El reto entonces es – a partir de los procesos de diálogo – articular las legítimas perspectivas de desarrollo local con el enfoque estratégico de planificación regional y nacional en el marco de un proceso de globalización.
Esta mirada sistémica le da otra dimensión al diálogo e inscribe el desarrollo en su real dimensión de sostenibilidad. El diálogo no se queda entonces en los actores primarios y secundarios involucrados sino también debe considerar a personas que no estando en el ámbito directo o de influencia del caso termina siendo afectados por las decisiones de los interlocutores del diálogo. Esto también es aplicable a las futuras generaciones. Aunque la flora y la fauna no participen del diálogo también terminan siendo afectados por los resultados de los procesos de diálogo. Por ello antes que entrar en una relación antagónica entre antropocentrismo y biocentrismo el tema es cómo se incorpora el cosmocentrismo en que todos los elementos vivos o inertes cuentan y forman parte de una misma realidad.
Lograr los necesarios puntos de equilibrio, ponderación y sensatez constituyen los principales retos de las mesas de diálogo y/o desarrollo pero es importante avanzar hacia la infraestructura del diálogo y de paso contribuimos a fortalecer nuestra gobernanza ambiental a partir de la energía transformadora del diálogo.
Bibliografía revisada:
- Meléndez, Carlos. 2013. Mesas sin patas. Intermediación de la conflictividad sin institucionalización. Disponible en: http://cies.org.pe/analisis/65/mesas-sin-patas-carlos-melendez. Acceso el 20 de agosto del 2013.
- Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad – ONDS / Presidencia del Consejo de Ministros de la República del Perú – PCM. 2013. Mesas de Diálogo, Mesas de Desarrollo y Conflictos Sociales en el Perú. Willaqniki 5. Lima, 58 p.
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*Rodrigo Arce Rojas es ingeniero forestal. Su correo electrónico es: rarcerojas@yahoo.es
Fuente: SERVINDI
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