Foto: Internet/Referencial |
Por: Carlos Monge Salgado
La Fundación Heinrich Boell viene discutiendo una nueva política global para la equidad en los recursos naturales, tomando como referencia la búsqueda de “un espacio justo para la humanidad”.
Este concepto ha sido trabajado por la economista Kate Raworth (primero desde Oxfam y ahora desde la Universidad de Oxford ) y propone que tenemos que vivir como humanidad, a escala planetaria, entre dos límites. De un lado, un “techo ambiental” con 9 grandes componentes que incluyen el calentamiento global, acidificación de los mares, pérdida de biodiversidad, cambio de uso de la tierra, consumo de agua fresca, ciclos de nitrógeno y fósforo, entre otros. Del otro, un piso social en torno a 11 temas, como agua, energía, educación, salud, trabajo, ingresos, etc.
Es decir, tenemos que lograr el pleno ejercicio de derechos para todos en esos 11 temas sociales, lo que equivale a eliminar la pobreza, pero sin sobrepasar los límites que el propio medio ambiente nos impone, pues el ejercicio de esos derechos consume energía y agua, genera gases de efecto invernadero y depreda biodiversidad, etc.
Miradas las cosas desde nuestra realidad, el reto es cómo salir de la pobreza sin llevarnos de encuentro los límites ambientales, en un escenario en el que ya vivimos al borde de lo que el medio ambiente global puede resistir. Resulta entonces que la cosa no es cómo producir / consumir más agua, más energía, más alimentos o más ingresos, sino cómo producirlos a menor costo ambiental y sobre todo cómo redistribuirlos pues en realidad no es que falte sino que está demasiado concentrado.
La humanidad ya produce todos los alimentos y toda la energía que necesita para reproducirse. Pero produce demasiada energía contaminante y produce insuficiente energía limpia. Además el consumo está injustamente concentrado en los países más “desarrollados”, como EEUU y Europa Occidental y ahora en las nacientes élites y clases medias de los países emergentes. Son esos mismos países desarrollados y ahora los emergentes los responsables de que estemos por encima de los techos aceptables.
Entonces, a escala planetaria se plantean dos peleas monumentales: una sobre la producción misma (más energía limpia, por ejemplo) y otra sobre su distribución (ingresos, alimentos, por ejemplo), de manera tal que las poblaciones pobres del sur puedan acceder y consumir más y mejor mientras que las poblaciones del norte y de los territorios emergentes deban consumir menos y mejor.
Fuente: Diario La Primera
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