viernes, 24 de mayo de 2013

Corani y la minera Bear Creek, cuando el diálogo se abre paso


CORANI Un hermoso pueblo, ubicado en las alturas de Puno, en donde el 90% de sus pobladores viven en extrema pobreza.
Señores, representantes de la empresa, nosotros naturales de esta zona aceptamos la explotación de la mina, pero lo que pedimos es trabajar siempre de la mano. Nosotros somos gente humilde que queremos estar mejor, pero no en la ciudad sino en nuestro propio pueblo”, alcanza a decir a través del micrófono Andrés Turpo, ataviado con sombrero, camisa a cuadros, jean azul y botas color café oscuro. En segundos el auditorio repleto de campesinos estalla en aplausos. Es un día de abril que este pueblo difícilmente olvidará. 

Andrés Turpo fue el último de una lista de oradores que están de acuerdo en que la canadiense Bear Creek explote durante 20 años una mina que concentra 157 millones de toneladas de plata. 

El yacimiento se encuentra en una zona inhóspita, sobre los 5.200 msnm, en las alturas del distrito de Corani, provincia de Carabaya, al norte de la ciudad de Puno. En esta localidad el 90% de sus habitantes vive en situación de extrema pobreza. Su ingreso per cápita, según el INEI, es de 101.00 soles mensuales. El 92% de adolescentes entre 11 y 18 años sufre de desnutrición crónica. Por eso los pobladores, de la mano con sus autoridades, están dispuestos a sacar adelante el proyecto. 

La posición que asumieron los comuneros va a contracorriente de otras regiones donde aún persiste la confrontación entre los campesinos y las compañías mineras. Mientras en la zona sur de Puno las comunidades aún se resisten a aceptar la explotación de los recursos que existen bajo sus tierras, en Corani los campesinos y sus autoridades vieron en la minería una oportunidad para salir de la situación en la que se encuentran. 

Una hora antes de que expresaran su posición respecto a la explotación de la mina, cientos de campesinos acudieron hasta la plaza de la comunidad Chacaconiza, convocados por el Ministerio de Energía y Minas, para participar de la Audiencia Pública de Presentación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto. 

A la cita confluyeron delegaciones de las comunidades que se encuentran dentro del área directa e indirecta de la minera. Dentro de lo que podría ser un auditorio prefabricado, la empresa AMEC, encargada de elaborar los estudios, expuso en quechua los lineamientos técnicos y sociales, el tipo de mineral hallado, sus volúmenes y los procedimientos que la empresa empleará para explotar el mineral. “La extracción será a tajo abierto, las explosiones serán controladas y el yacimiento cercado por obras similares a las cunetas, que evitarán que el agua de lluvia se contamine con los residuos de la mina. De esta manera se garantiza que los ríos mantengan su pureza natural”. Estas fueron algunas de las explicaciones que dieron los ingenieros de Bear Creek y AMEC a las inquietudes de los comuneros. 

Varias autoridades nos pidieron esperar el final del evento para explicar el porqué de su adhesión a una actividad que genera controversia en otras provincias del Altiplano. Pero quien no aguantó hablar fue el alcalde del distrito de Corani, Edmundo Cáceres Guerra. Él es de los que prefieren confiar en los aspectos técnicos del EIA, que asegura que no habrá contaminación más allá de los límites permisibles por ley. 

“A nosotros siempre nos ha preocupado el medio ambiente. Por eso habrá un comité de vigilancia. Nosotros creemos que sí se respetarán los parámetros que asegura el EIA. Creemos que va a ser así. Tenemos esa confianza. Pero por sobre todas las cosas no podemos darnos el lujo de perder esta oportunidad para todos”, sostiene el alcalde. 

La determinación de las poblaciones de Corani va más allá del discurso que esbozó Andrés Turpo. En realidad se debe a que las empresas parecen haber cambiado su relación con las comunidades. 

Bear Creek llegó a la zona el 2005 y su prioridad fue establecer una buena relación con los campesinos. Eladio Paratingo Solórzano recuerda: “Yo estaba en mi campo y a pesar de vivir lejos vinieron a mi cabaña, querían pedirme permiso para ingresar a estas zonas. Eso me parece bien. Otros vienen como patrones y no lo permitimos. Y otra cosa que rescato es que dieron trabajo primero a los paisanos de acá”. 

Juan Loja, gerente de Relaciones Comunitarias de Bear Creek, corrobora la versión. Asegura que durante la etapa de exploración “no se movió ni una sola roca sin antes tener la autorización de las autoridades locales y si no se contaba con la venia de las rondas campesinas”. Además, recuerda, “en cada taller o actividad de monitoreo participaban las autoridades comunales. Todos éramos una sola familia”. 

El alcalde Edmundo Cáceres Guerra asegura que un factor que jugó un papel preponderante a favor del proyecto fue el apoyo económico que dio Bear Creek al municipio para la construcción de escuelas. “Lo que pasa es que muchos paisanos ya no enviaban al colegio a sus hijos. Cuando se construyeron las aulas la gente empezó a darse cuenta de que el proyecto sí podía beneficiarnos a todos”. 

Fidel Pachatuma, vecino del sector Isivilla, corrobora su versión. “Sin estas aulas, qué sería de mis hijos. Las autoridades nunca se han acordado de nosotros. Yo acepto a la mina por mis hijos. Yo ya estoy viejo. Ya me moriré seguro. Por ellos es todo esto”, afirma. 

En Corani, y en las cinco comunidades de alrededor, saben que pronto exportarán fibra de alpaca y producirán chompas para la exportación. Ambas iniciativas se desarrollan gracias a un convenio que firmaron Bear Creek y el municipio de Corani. El acuerdo supone que la municipalidad, con la colaboración de la minera, ayudará a mejorar la calidad genética de los animales para producir una fibra de alta calidad. La empresa se ha comprometido a buscar mercados para sacar la producción local. “Ese es un acuerdo vigente; como empresa tenemos el firme compromiso de hacer de Corani y Carabaya el mejor referente en producción de alpacas”, asegura Elsiario Antúnez de Mayolo, gerente general de Bear Creek. 

Quienes influyeron para que el proyecto tenga aceptación fueron los jóvenes, que representan al 40% de la población. Cuando les anunciaron que podrían contar con trabajo formal convencieron a sus padres para que respaldaran el proyecto. No tenían otra opción porque de lo contrario hubieran tenido que seguir lejos de sus campos durante largos periodos trabajando en la minería informal. La idea de trabajar en una empresa formal derivó en la creación de un “Frente de Desarrollo de Chacaconiza”. Odilón Condori Quispe es directivo de esta organización. “En las ciudades casi siempre me han discriminado porque no tengo educación, solo estudié hasta tercero de secundaria. Mis padres están ancianos y quiero trabajar acá para poder verlos”, dice. La esperanza que alberga Odilón es similar a la de la mayoría de jóvenes de la zona. Todos quieren tener un sueldo pero, a la vez, quieren estudiar. La empresa los preparó en tareas técnicas. Ahora están negociando para que les financien sus estudios en un centro de educación superior. 

Decir que el proyecto Corani no tiene detractores es mentira. La oposición a la extracción de plata viene del lado de Macusani, capital de la provincia de Carabaya, a 60 kilómetros de las comunidades de influencia directa. Las comunidades beneficiarias han tomado sus previsiones para contrarrestar intereses externos. Establecieron que nadie que no sea natural del distrito de Corani podía pronunciarse a favor o en contra del proyecto minero. 

“Mire, toda persona tiene derecho a opinar. Pero solo nosotros tenemos derecho a decidir qué camino queremos para conseguir nuestros propósitos como pueblo”, precisa el alcalde Edmundo Guerra. Refiere que la esperanza de vida de la población de su jurisdicción es de 63 años. “En medio de esa realidad sería una maldad si alguien se niega a aceptar un proyecto que nos ofrece la oportunidad de estar mejor. Como ve, acá solo se produce alpacas. Nada más. No tenemos servicios básicos ni buena educación. A quienes quieren interponerse a nuestras decisiones yo les digo: Déjennos decidir nuestro futuro. No se metan, por favor”. 

Son las cuatro de la tarde y no hay nada más que hacer en la comunidad de Chacaconiza. La audiencia terminó por completo. Comienza a oscurecer. En el campo solo se escucha el sonido de las motos que usan los campesinos para llegar a sus caseríos. 

Obed Álvarez, de la Dirección Regional de Energía y Minas de Puno, explica que el EIA será estudiado por el Ministerio de Energía y Minas. Además la empresa y la consultora AMEC deberán absolver todas las preguntas y dudas que formularon los campesinos. 

Elsiario Antúnez, gerente general de la empresa canadiense, asegura que en el 2015 estarían iniciando sus operaciones si se consiguen todos los permisos. Aún no se sabe si Bear Creek comenzará a operar en los plazos previstos. Pero lo único que sí es cierto es que ya cuenta con licencia social de las comunidades. Esta misma suerte quieran tener otros trece proyectos mineros que en Puno están a la espera de la luz verde de las comunidades.


Fuente: Diario La República

0 comentarios:

Publicar un comentario

Compartir

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More