jueves, 3 de octubre de 2013

Un “pare” al paro minero

Foto: Internet/ Medios
Los medios de comunicación dan cuenta que mineros a pequeña escala de Madre de Dios, Puno, Piura, Cajamarca, Ayacucho, Ica, Huánuco, Apurímac, La Libertad y Cusco se levantaron en una paralización, protestando contra el nuevo marco normativo referido al proceso de formalización.

Para que este conflicto se desate, hay varias explicaciones. Tenemos un ministro (del Ambiente) cuestionado, que apabulla con sus palabras y que culpa a las regiones de la informalidad. Al parecer todo lo que sucede en las regiones es malo para este funcionario. Incluso los jueces y fiscales entran en la crítica, porque aduce que se necesitaría de juzgados supranacionales para resolver el problema. 

Hay un marco normativo diseñado desde un gabinete que no considera las diferentes realidades regionales y por ende, no consigue resultados auspiciosos. Otro factor que suma es la imprecisión en conceptos claves como distinguir entre la minería informal e ilegal, y la resistencia de la minería ilegal para ser intervenida. 

Llama la atención por qué Arequipa no se sumó al paro. ¿Cuál es la fórmula? Ésta sería reconocer que el proceso de formalización no se inicia con el actual marco normativo, sino que es un proceso que lleva ya algunos años (más de diez). También debe destacarse que hay dirigentes mineros responsables y propositivos, bases mineras con apertura al diálogo, comunión entre los mineros a pequeña escala, el gobierno regional y gobiernos locales (involucrados) hacia una misma visión. 

También está la voluntad hacia cumplir el proceso de formalización; pero con aportes críticos al mismo y principalmente un deslinde de los mineros informales (con voluntad y en vías de formalizarse), de esa minería ilegal a la que en artículo anterior llame bruta y achorada. Arduo trabajo tiene el Estado para revertir la hostil situación de las regiones conflictuadas. No olvidemos que nuestra Constitución indica que el Estado es unitario y también son Estado los gobiernos regionales y locales, pero que lamentablemente están olvidados en la gestión de este conflicto. 

De Conga pasamos a Madre de Dios. Hoy la minería, parece leerse así. Lo malo está en que no toda la minería a pequeña escala es como la de la región sur oriental. Urge analizar el proceso desde su diseño, reajustarlo concertadamente y sobre todo reivindicar las funciones de los gobiernos regionales para que ellos -en el marco de su autonomía- normen con las particularidades que exigen sus realidades. En todo caso, es rol del gobierno nacional fortalecer o brindar asesoría técnica para que esto sea así. 

Evitemos que de un conflicto activo pasemos a uno en crisis. Reconocer errores no es muestra de inestabilidad ni de que al gobierno le tiemble la mano. Por encima está la seguridad del país, su desarrollo y la vida y derechos de todos los peruanos. A la minería ilegal ninguna concesión; pero al minero informal debe ofrecerse asesoría y garantía de que sus esfuerzos serán reconocidos, siempre y cuando se desmarquen de la ilegalidad.


Fuente: Diario La República

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