martes, 28 de agosto de 2012

¿Necesitamos refinerías de petróleo?



Foto: Internet
Por César Gutiérrez 

La objetividad libre de apasionamientos dogmáticos debe primar en las decisiones gubernamentales, más aún cuando de hacer uso de recursos estatales se trata. Esto no quiere decir que solo la evaluación beneficio-costo económico y financiero debe ser el elemento de juicio, los Estados también tienen razones de naturaleza geopolítica que merecen ser analizadas.

En el caso peruano, las señales que se vienen dando en esta gestión gubernamental prolífica en anuncios y de resultados nulos, son nada auspiciosas para sostener una inversión cuantiosa, sino la existencia misma de plantas de refinación de petróleo queda en tela de juicio.

Los requisitos mínimos para justificar plantas de refinación, se inician con la autosuficiencia en la producción de crudo para atender el mercado local de combustibles. Hoy en el Perú se importa el 75% del crudo para alimentar nuestras productoras. Un argumento razonable en descargo de esta situación, es que la política de Estado se encamina a disponer de la cantidad de petróleo requerido.

Lamentablemente estamos lejos de los deseos, la política intensiva de promoción en la exploración ha mantenido continuidad en los últimos 11 años y desde el año 2005, ya se tiene la cantidad suficiente de contratos, como para que a estas alturas ya se hubiera reportado hallazgos importantes, que puedan dar una expectativa productora no menor a 150 mil barriles diarios, que es lo que se necesitaría. Esto significa haber reportado nuevas reservas probadas y certificadas de mil millones de barriles, para garantizar un horizonte de 20 años. No vemos por ningún lado como llegar a esta cifra.

El segundo requisito es la garantía que la petrolera estatal pueda ser el contrapeso dentro de las reglas de libre competencia, para evitar que el precio se eleve significativamente. Hoy vemos que la gasolina y el diesel tanto en la refinería estatal y en la privada, se venden a valores superiores a una importación. En este estado de cosas dos preguntas se hacen inevitables: ¿hay alguna seguridad que a futuro se pueda revertir esta situación? Yo dudo, más aún cuando se intenta una inversión billonaria que tiene que ser pagada con los ingresos futuros, entonces la segunda interrogante es obvia: ¿para que los necesitamos?


Fuente: GatoEncerrado.net

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