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La Asamblea de Mujeres ha tenido el honor de abrir el Foro Social Mundial, realizado este año del 26 al 30 de marzo en Tunisía. En un anfiteatro rebosante de hombres y mujeres, se ha reconocido la importancia de las luchas femeninas contra la marginalización y el desempleo en la crisis del sistema capitalista; en el mundo árabe musulmán, por el respeto de sus derechos civiles. Poco conocidos son los episodios de violencia sufridos por las mujeres involucradas en la lucha durante las primaveras árabes: violencias físicas, sexuales y verbales, como escarmiento hacia las demás mujeres, para que no se metieran en líos.
En un conversatorio con la Asociación Tunecina de Mujeres Democráticas, una joven egipcia se obliga a recordar frente a un público emocionado un terrible episodio de que fue víctima en la famosa Plaza Tarhrir, donde se dieron las masivas protestas contra el régimen de Hosni Mubarak. Y donde a ella, mujer que se daba el lujo de participar como ciudadana, un grupo de hombres armados de cuchillo violó dejándola aterrada.
”Que esto, nunca más pase en el mundo”, concluye. Ojalá así fuera.
También la violencia doméstica sigue siendo una lacra todavía por desarraigar, en todos los países, se denuncia en la Asamblea, y puede estar presente en unas humildes casas de favelas como en refinadas mansiones de barrios acomodados. O (hasta) en familias “progre” de luchadores sociales. Esto afirma una representante brasilera de Vía Campesina, que recuerda como la búsqueda de justicia debe comenzar por las relaciones personales y familiares. Por otro lado, una brillante jurista palestina afirma que los derechos de la Mujer siguen siendo postergados por muchos compatriotas suyos, para cuando la Palestina sea libre. “Es una excusa, pues los derechos humanos son indivisibles y universales, no pueden estar sujetos a leyes nacionales o tradiciones locales”, declara con firmeza.
En los cinco días del Foro asistiremos en vivo y en directo al conflicto que atraviesan las sociedades medio orientales, entre religión y estado, individuo y colectivo, fe y ley. Las universidades son un importante terreno de lucha ideológica, y el debate sobre cuál debe ser el rol de la Mujer en la sociedad es uno de los temas más álgidos, pues de ella depende en gran parte la transmisión de valores a los hijos. De hecho, controlar la Mujer es tener el control sobre la sociedad. El 98% de los tunecinos profesan la religión musulmana, pero ¿de cuál Islam estamos hablando? La variedad de las interpretaciones del Corán presentes en Tunisía se traduce también en la variedad de la vestimenta que llevan las jóvenes participantes del Foro, algunas en jeans, otras con túnicas largas (chilaba), y velo, otras más con hijab, el pañuelo que cubre la cabeza. ¿Qué significado tienen para ellas?
Zeineb, una de los traductores y traductoras voluntarias que nos acompaña, nos dice que lleva el hijab por decisión propia, después de haber estudiado a fondo el Corán. “Antiguamente”, nos cuenta, “las mujeres árabes eran muy libres, pero al tiempo del Profeta Mahoma su situación era horrible, dependiendo totalmente de las decisiones del hombre: el Corán les reconoció mayores derechos. Las mujeres creyentes comenzaron a usar un velo para distinguirse de las esclavas y prostitutas. Ahora es también un símbolo de nuestra identidad cultural.” Zeineb nos habla con entusiasmo también del novio que estudia en Milán, el único a quien mostrará su más apreciado tesoro femíneo (la cabellera) en el día feliz de la boda. No le preguntamos si el novio recambiará la gentileza, pues conversando con algunos estudiantes varones de diferentes países del Mediterráneo, nos han repetido que el Profeta Mahoma permite hasta cuatro esposas: por supuesto, siempre que sean tratadas con justicia, agregan con una sonrisa.
“No, la poligamia por suerte ya no está permitida en Tunisía”, precisa Jamila, nuestra acompañante vestida de jeans, exponente de la “Unión de Jeunes Democrates”, una asociación estudiantil recién constituida para hacer propuestas a favor de la juventud. “Sin embargo”, agrega, “a pesar de tener uno de los códigos civiles más avanzado de la región, habiendo abolido la poligamia, y despenalizado el aborto, en nuestro país la situación de la mujer es más difícil. Hasta en la calle es evidente que las mujeres gozan de menos libertad. En los bares del centro hay muchos hombres y pocas mujeres, y en los locales fuera del centro no está bien vista la presencia de mujeres.
Imagen: Amecopress
“Hoy día se discute si en la Constitución se debe hablar de “igualdad de la Mujer con el Hombre”, o “complementariedad con Él”, lo que sería, obviamente, un paso atrás. Se debate también si se debe aplicar a la letra las reglas del Corán y del derecho tradicional islámico, (sharia) respecto a las mujeres, o se debe respetar la libertad de conciencia”.
La libertad de conciencia es un tema crucial, no solo en el Islam, sino en todas las religiones. Lo introduce en un conversatorio Cherif Ferjani, un profesor tunecino de religiones comparadas, de ojos vivos y cabellera gris alborotada. Lo acompañan en el debate un jesuita de Barcelona, (representante de “Cristianismo y Justicia”), y un exponente de la organización católica internacional “Somos Iglesia”, que apuesta a una reforma democrática de la Iglesia. Cherif afirma que la mayoría de las guerras de religión se han hecho “al interior” de las religiones, y no “contra” supuestos infieles. “Esto porque las religiones se presentan como verdades absolutas. Y lo “absoluto” es de por si excluyente. Pero se quiere olvidar que entre el discurso del fundador de una religión y la actualidad hay la Historia, el “como” los que han detenido el poder han interpretado el mensaje religioso inicial, para controlar las masas. Lo han hecho también los exponentes casi divinizados del “comunismo real”, que lo han vuelto una “religión de estado”, agrega.
Unos estudiantes de barba y unas chicas con velo, (especialmente respetuosos de la tradición) distribuyen en las calles del Foro unos folletos cautivadores sobre el Corán y el rol de la Mujer, en varios idiomas. Son impresos por la Misión UK, en Inglaterra. En uno de ellos podemos leer que la situación de la mujer en el Islam, en relación a las demás religiones, es lo mejor que una pueda esperar. Los cristianos quemaron “brujas” en siglos oscuros, se dice, y la vida de las mujeres occidentales entre casa y trabajo es muy sacrificada; entre los hindú y los chinos confucianos son los padres y maridos que toman decisiones sobre la vida de las mujeres, mientras para los budistas la Mujer es diabólica; en fin, solo en el Islam la Mujer es respetada y feliz. No se mencionan lapidaciones, violaciones, mutilación genital, violencia doméstica, azotes para quien ha sido violada, matrimonios forzados para niñas, que siguen dándose en ciertos lugares donde la “tradición islámica” se mantiene aislada de influencias externas; si hay maltrato hacia la Mujer, según el mencionado folleto, o se trata de costumbres anteriores al islam, o son fruto de la maldad de los seres humanos. Así de simple.
Una chica con burqa negro que la cubre de pie a cabeza, y hasta con guantes negros, filmada por dos varones, entra con actitud desafiante en un conversatorio del Foro, avisando que viste así por decisión libre, y que se siente oprimida por los profesores que exigen la cara descubierta en las actividades didácticas. Por otro lado, muchos profesores se quejan por la actitud intolerante de los islamistas radicales; uno de ellos, tiene que responder por una falsa denuncia por molestias.
Ni burqa, ni hijab, ni camiseta. Pocos días después, dos activistas de “Femen” se quitan hasta polo y sostén en la céntrica avenida Bourghiba mostrando una frase pintada en el pecho desnudo: FUCK YOUR MORAL. “Al diablo con vuestra moral”. Es una acción de protesta en defensa de Amine Tyler, una chica de 19 años que hace poco colgó en la red una foto con senos desnudos, donde estaba escrito en árabe: “Mi cuerpo es mío, no el honor de otros”. Alguien recordará que el lema “Yo soy mía” fue, en el movimiento estudiantil europeo del ’68, el que removió la sociedad patriarcal con su doble moral sexual (libertad para los varones, castidad para las chicas, etc.) llevando en pocos años a reformar los códigos civiles, y las costumbres del continente.
Ahora, a pesar de tener solo 330 socias, el pequeño movimiento “Femen”, (al que se inspira Amine Tyler), fundado hace dos años en Ucraina por Ana Gutsol, una mujer con formación teatral, gracias a esta peculiar forma de protesta a torso desnudo, ha logrado atraer la atención de los mass media de todo el mundo. La primera protesta fue contra el turismo sexual en su país, siguieron otras acciones frente al Papa o Berlusconi. Al poco tiempo de colgar su controvertida foto en Internet, Amine desapareció, según ciertas fuentes, llevada por sus padres afuera de la ciudad. Mientras el Estado no hace ningún cargo contra la joven, el imam Adel Almi, presidente de la Comisión para la Promoción de la Virtud y contra el Vicio, entre truenos y relámpagos ha emitido una fatua (deliberación religiosa islámica no vinculante) que la condenaría a cien azotes y a ser lapidada hasta la muerte. Un castigo ejemplar para prevenir el contagio de tal reprobable acción, explica el religioso. Dicho, hecho. Después de sus palabras, decenas de mujeres por solidaridad con Amine han colgado sus fotos en Facebook a torso desnudo.
En esos mismos días, la Unión General de Trabajadores Tunecinos prepara nuevas manifestaciones contra la deprimente situación laboral, marcada por el desempleo, sobre todo femenino. En un hotel cinco estrellas de Cartago, unas hermosas chicas compiten para el título de Miss Túnez, sin desfilar en bañador, sino en vestidos recatados. Deben saber preparar mesas elegantes y deliciosas bebidas sin alcohol, para respetar las costumbres islámicas. El jurado del concurso de belleza tiene mucha dificultad en escoger cuál hermosa criatura y cuál sabroso té merece ser escogido/a: ¿A la menta? ¿Con almendras? ¿Con piñones y jazmines?
O también: ¿Libertad de conciencia? ¿Sharia? ¿Democracia?, ¿Islam? Agitar bien, y el cóctel medio oriental está servido.
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*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela “Mariposas Rojas”.
Fuente: SERVINDI
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