Danilo Medina es un presidente sencillo y callado, pero capaz de escuchar y complacer a la gente que quiere lo mejor para su país, y eso quedó demostrado el pasado 27 de febrero de 2013, cuando al pronunciar su discurso ante la Asamblea Nacional, cuestionó la intransigencia de la empresa minera Barrick Gold, al tiempo de recordarle que la paciencia tiene un límite y que ese contrato minero es inaceptable, tal y como era esperado por toda la población dominicana.
Fue evidente que el discurso de Danilo Medina se dividió en dos partes: la tranquilidad antes de referirse a la Barrick, y los casi 20 minutos de emociones colectivas desde el mismo inicio de las referencias al contrato de la Barrick, logrando calurosos aplausos no sólo de los presentes en la Asamblea Nacional, sino de quienes estaban en sus casas y esperaban ese grito de guerra presidencial para salir a defender el oro que es de todos los dominicanos.
Y no había que ser peledeísta ni danilista para aplaudir el reclamo presidencial de que ese oro no puede ser explotado si no es en condiciones ventajosas para los dominicanos, pues el reclamo no es exclusivo de Danilo Medina, sino de todos los dominicanos sensatos que entienden que si Dios ha colocado en nuestro pequeño territorio insular una de las minas de oro más grandes del mundo, es para beneficio del pueblo dominicano, y no para el beneficio exclusivo de unos empresarios mineros explotadores de metales preciosos de alto costo y explotadores de la mano de obra barata sólo disponible en el tercer mundo.
Después del discurso de Danilo Medina su popularidad subió por encima del 90%, cosa nunca antes vista en la República Dominicana, y debe quedar bien claro que no es que el pueblo esté apoyando a Danilo por razones políticas, sino que Danilo, actuando con la inteligencia propia de un buen Presidente de la República, se ha sumado al reclamo colectivo del pueblo para que ese Contrato minero sea revisado y enmendado para llevarlo a la versión del 2001 donde el Estado recibía poco más del 50% de los flujos netos de efectivo.
Pero del mismo modo en que el Presidente de la República le dijo a la Barrick Gold, en su discurso del 27 de febrero, que la paciencia tiene un límite, la gente que decidió apoyar a Danilo en este reclamo contractual minero, ya comienza a decirle al Presidente que la paciencia del pueblo también tiene un límite, y que para lograr resultados concretos es necesario mostrar acciones contundentes frente a esta arrogante empresa minera.
La actitud evasiva de la Dirección General de Aduanas, luego de detectar un fraude escandaloso en los manifiestos de embarques de doré, y la oposición escrita a entregarle al país los detalles de los muy discretos embarques anteriores de doré, han frustrado y desanimado a mucha gente que esperaba el detenimiento de todos los embarques de doré hasta lograr la revisión y modificación del contrato, y ha llevado a pensar que las Aduanas de hoy no son las Aduanas de 1986 cuando durante tres meses le prohibieron a la Falconbridge Dominicana todos sus embarques de ferroníquel hasta llegar a un acuerdo económico conveniente para el Estado Dominicano.
Y lo peor de todo es que al comparecer ante la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, donde se investiga si la Barrick Gold está violando normas aduanales en sus embarques de doré, el Director General de Aduanas dijo que Aduanas no tiene facultad legal para impedir las exportaciones de doré, porque están amparadas en un contrato vigente, por lo cual la Barrick está exportando y va a seguir exportando, logrando con eso irritar a la mayor parte de los dominicanos que esperaban otra respuesta y otro accionar.
Todos suponíamos que Aduanas era capaz de diferenciar entre una exportación tradicional de un producto que es propiedad exclusiva del exportador por haber sido producido en su totalidad, o adquirido, por el exportador, como ropas, calzados, carnes, frutas, vegetales, muebles, etc; y una exportación de un producto mineral, ya sea metálico, como oro, plata, ferroníquel, cobre; o no metálico como gravas, arenas, yeso, caliza, mármol, travertino, cemento, etc., pero al parecer Aduanas no establece esas diferencias.
Quizás Aduanas desconoce que el Art.14 de la Constitución de la República consigna como patrimonio de la Nación los recursos naturales no renovables que se encuentren en el territorio nacional, lo que quiere decir que todos los minerales de nuestro subsuelo son propiedad exclusiva de la Nación Dominicana.
Al parecer Aduanas también desconoce que de acuerdo al Art.1 de la Ley Minera 146, del año 1971, las substancias minerales que se encuentren en el subsuelo del territorio dominicano pertenecen al Estado Dominicano, y que no le pertenecen a la Barrick.
Si el Estado Dominicano fuese un verdadero socio comercial minero de la Barrick Gold, tendría legítimo derecho a fiscalizar y analizar detalladamente todo el proceso de producción y exportación de los minerales extraídos en Pueblo Viejo, y de ser necesario, detener temporalmente las exportaciones para fines de auditorías técnicas o económicas, pero al parecer Aduanas y la Dirección General de Minería se manejan como dependencias de Barrick, y no como dependencias públicas que defienden el interés público.
Danilo Medina, como político inteligente que escucha a la gente, debe estar claro de que si quiere mantener su popularidad en los altos niveles a donde ha subido luego de su discurso del 27 de febrero, debe dar una respuesta contundente frente a la Barrick Gold, y debe darle una satisfacción a una población que espera que al menos el 50% de los beneficios de la producción de oro y plata sean para el pueblo dominicano, y si no lo hiciere se expondría a que su popularidad caiga estrepitosamente al mismo suelo en donde hoy está la imagen de la Barrick Gold y la de aquellos dominicanos que la han defendido en contra del interés nacional.
Fue evidente que el discurso de Danilo Medina se dividió en dos partes: la tranquilidad antes de referirse a la Barrick, y los casi 20 minutos de emociones colectivas desde el mismo inicio de las referencias al contrato de la Barrick, logrando calurosos aplausos no sólo de los presentes en la Asamblea Nacional, sino de quienes estaban en sus casas y esperaban ese grito de guerra presidencial para salir a defender el oro que es de todos los dominicanos.
Y no había que ser peledeísta ni danilista para aplaudir el reclamo presidencial de que ese oro no puede ser explotado si no es en condiciones ventajosas para los dominicanos, pues el reclamo no es exclusivo de Danilo Medina, sino de todos los dominicanos sensatos que entienden que si Dios ha colocado en nuestro pequeño territorio insular una de las minas de oro más grandes del mundo, es para beneficio del pueblo dominicano, y no para el beneficio exclusivo de unos empresarios mineros explotadores de metales preciosos de alto costo y explotadores de la mano de obra barata sólo disponible en el tercer mundo.
Después del discurso de Danilo Medina su popularidad subió por encima del 90%, cosa nunca antes vista en la República Dominicana, y debe quedar bien claro que no es que el pueblo esté apoyando a Danilo por razones políticas, sino que Danilo, actuando con la inteligencia propia de un buen Presidente de la República, se ha sumado al reclamo colectivo del pueblo para que ese Contrato minero sea revisado y enmendado para llevarlo a la versión del 2001 donde el Estado recibía poco más del 50% de los flujos netos de efectivo.
Pero del mismo modo en que el Presidente de la República le dijo a la Barrick Gold, en su discurso del 27 de febrero, que la paciencia tiene un límite, la gente que decidió apoyar a Danilo en este reclamo contractual minero, ya comienza a decirle al Presidente que la paciencia del pueblo también tiene un límite, y que para lograr resultados concretos es necesario mostrar acciones contundentes frente a esta arrogante empresa minera.
La actitud evasiva de la Dirección General de Aduanas, luego de detectar un fraude escandaloso en los manifiestos de embarques de doré, y la oposición escrita a entregarle al país los detalles de los muy discretos embarques anteriores de doré, han frustrado y desanimado a mucha gente que esperaba el detenimiento de todos los embarques de doré hasta lograr la revisión y modificación del contrato, y ha llevado a pensar que las Aduanas de hoy no son las Aduanas de 1986 cuando durante tres meses le prohibieron a la Falconbridge Dominicana todos sus embarques de ferroníquel hasta llegar a un acuerdo económico conveniente para el Estado Dominicano.
Y lo peor de todo es que al comparecer ante la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, donde se investiga si la Barrick Gold está violando normas aduanales en sus embarques de doré, el Director General de Aduanas dijo que Aduanas no tiene facultad legal para impedir las exportaciones de doré, porque están amparadas en un contrato vigente, por lo cual la Barrick está exportando y va a seguir exportando, logrando con eso irritar a la mayor parte de los dominicanos que esperaban otra respuesta y otro accionar.
Todos suponíamos que Aduanas era capaz de diferenciar entre una exportación tradicional de un producto que es propiedad exclusiva del exportador por haber sido producido en su totalidad, o adquirido, por el exportador, como ropas, calzados, carnes, frutas, vegetales, muebles, etc; y una exportación de un producto mineral, ya sea metálico, como oro, plata, ferroníquel, cobre; o no metálico como gravas, arenas, yeso, caliza, mármol, travertino, cemento, etc., pero al parecer Aduanas no establece esas diferencias.
Quizás Aduanas desconoce que el Art.14 de la Constitución de la República consigna como patrimonio de la Nación los recursos naturales no renovables que se encuentren en el territorio nacional, lo que quiere decir que todos los minerales de nuestro subsuelo son propiedad exclusiva de la Nación Dominicana.
Al parecer Aduanas también desconoce que de acuerdo al Art.1 de la Ley Minera 146, del año 1971, las substancias minerales que se encuentren en el subsuelo del territorio dominicano pertenecen al Estado Dominicano, y que no le pertenecen a la Barrick.
Si el Estado Dominicano fuese un verdadero socio comercial minero de la Barrick Gold, tendría legítimo derecho a fiscalizar y analizar detalladamente todo el proceso de producción y exportación de los minerales extraídos en Pueblo Viejo, y de ser necesario, detener temporalmente las exportaciones para fines de auditorías técnicas o económicas, pero al parecer Aduanas y la Dirección General de Minería se manejan como dependencias de Barrick, y no como dependencias públicas que defienden el interés público.
Danilo Medina, como político inteligente que escucha a la gente, debe estar claro de que si quiere mantener su popularidad en los altos niveles a donde ha subido luego de su discurso del 27 de febrero, debe dar una respuesta contundente frente a la Barrick Gold, y debe darle una satisfacción a una población que espera que al menos el 50% de los beneficios de la producción de oro y plata sean para el pueblo dominicano, y si no lo hiciere se expondría a que su popularidad caiga estrepitosamente al mismo suelo en donde hoy está la imagen de la Barrick Gold y la de aquellos dominicanos que la han defendido en contra del interés nacional.
Fuente: Revista Rumbo Minero
0 comentarios:
Publicar un comentario