viernes, 7 de diciembre de 2012

El cambio climático más allá de Doha



Por Juan López de Uralde

Que Qatar, el país con más emisiones de CO2 per cápita del mundo, acoja la 18ª Cumbre contra el Cambio Climático no deja margen de duda sobre lo que está ocurriendo con el proceso internacional de negociaciones para poner freno a este gravísimo problema. Que la siguiente reunión se vaya a celebrar en la carbonera Polonia, muestra que esa tendencia negativa no ha cambiado en Doha.

El cambio climático es una realidad que se agrava a un ritmo superior al previsto por los científicos más pesimistas. Mientras, el acelerado deshielo del Ártico o la pérdida de glaciares en Groenlandia son síntomas visibles de unos impactos que alcanzan nuestro propio entorno más cercano. La subida del nivel del mar se acelera y las temperaturas baten un récord detrás de otro en muchos rincones del mundo. Pero la indiferencia climática, impulsada con dinero del petróleo que financia a los think-tank, sigue instalada, en la política y en los medios, y no parece que vaya a irse en el corto plazo.

La campaña electoral americana ha dado la espalda al problema climático, y ni siquiera los graves efectos de la tormenta tropical Sandy en la ciudad de Nueva York, han sacado a Obama de su letargo. De Romney ni hablamos, pues el pensamiento dominante en estos momentos en los republicanos norteamericanos es profundamente antiecologista.

El pensamiento negacionista promovido por los lobbies más conservadores ha encontrado en España un cómodo nicho. La fundación FAES del PP ha promovido el actual posicionamiento del gobierno español, que básicamente se resume públicamente en una línea: “No sabemos si el cambio climático existe o no existe”, pero que esconde un posicionamiento que hizo popular Rajoy con el ya famoso comentario sobre el escepticismo de su primo. Conviene recordar aquella presentación del libro que cuestionaba el cambio climático del presidente Checo, Vaclac Klaus, en la que Aznar hizo popular aquello de que él era un “ecologista responsable”…

La delegación española en la Conferencia de las Partes del Convenio de Cambio Climático (COP18) que se celebra en Doha (Qatar) está, por tanto, presidida por un ministro, Arias Cañete, para quien el cambio climático no debe ser mucho más que una molesta teoría que le ocupa una mínima parte de su tiempo.

Ya en la Cumbre de Copenhague de 2009, estaba claro que Europa debía dar un paso ambicioso y alcanzar un compromiso de reducción del 30% de las emisiones. Se ha avanzado muy poco desde entonces en una Europa que no se mueve en la materia. De hecho, es muy comentado en Bruselas el objetivo del Partido Popular español de cargarse el objetivo llamado 20/20/20 (que resume el 20% de reducción de emisiones para el año 2020, con un 20% de energías renovables).

Precisamente esta semana una delegación de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético ha estado en Bruselas reclamando una auditoría sobre la política energética española. Se paralizan las energias renovables en España, mientras las decisiones del ministro Soria dan alas al gas y al carbón y España, a pesar de la grave crisis económica, aumenta sus emisiones sin freno.

A pesar del pesimismo que embarga el proceso de negociaciones internacionales, el mundo debe plantar cara al cambio climático. Pero para ello es imprescindible un cambio que no vendrá ni de los actuales líderes políticos, ni de las grandes empresas. El cambio se está produciendo desde abajo, y poco a poco la marea irá subiendo, hasta ahogar los intereses que nos han traído hasta aquí. Por cierto que ya va siendo hora de que esa marea creciente llegue también a la política española. Pero necesitamos ser más, muchos más, los que nos posicionemos y movilicemos, reclamando y exigiendo un futuro para la Tierra y todos los seres que viven en ella.

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Fuente: SERVINDI

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