jueves, 1 de agosto de 2013

Alternativas energéticas olvidadas o boicoteadas

En el agua embalsada de las hidroeléctricas, hay gas metano. Represa de Canoa Quebrada en el río Verde, norte de Mato Grosso. Crédito: Mario Osava/IPS
En el agua embalsada de las hidroeléctricas,
hay gas metano. Represa de Canoa Quebrada en el río Verde,
norte de Mato Grosso.  Foto: Mario Osava/IPS
Tucuruí, la gran central hidroeléctrica que opera desde 1984 en la Amazonia oriental, puede ampliar en casi 30 por ciento su capacidad de 8.370 megavatios. Los impactos ambientales serían casi nulos, porque se trata de aprovechar el flujo hídrico excedente del embalse ya construido en el río Tocantins.

“Más de 15 millones de litros por segundo pasan por los vertederos y forman un enorme salto de agua en la salida, el más grande de ese tipo entre los que existen, sin generar energía”, informa el periodista Lucio Flavio Pinto en su libro “La Amazonia en cuestión”, publicado en septiembre de 2012. Los estudios que aseguran su factibilidad son “mantenidos en secreto por el gobierno”, según él.

El 17 enero, Folha de São Paulo divulgó que esos estudios indican la posibilidad de un incremento de entre 2.000 y 2.500 megavatios con una inversión de 2.000 a 3.000 millones de reales (900 a 1.350 millones de dólares), cerca de mitad del costo por megavatio de la hidroeléctrica más barata en construcción en la Amazonia, la Teles Pires, en el río del mismo nombre.

La desventaja es que solo será productiva durante el “invierno” amazónico, es decir la época lluviosa (en general diciembre-mayo). Pero sería de construcción rápida y sin las restricciones sociales y ambientales que suelen interrumpir o atrasar nuevos proyectos. Las obras de Teles Pires, por ejemplo, se suspendieron varias veces por quejas indígenas sobre la inundación de áreas sagradas y falta de consultas previas.

La ampliación de Tucuruí, sin embargo, no está incluida en el Plan Decenal de expansión eléctrica del gobierno hasta 2021.

Otro potencial del que ni siquiera se estudia la factibilidad es el aprovechamiento del gas metano almacenado en las represas amazónicas. En 2007, IPS entrevistó a investigadores que sostienen la posibilidad de añadir hasta 53 por ciento a la capacidad generadora de las centrales extrayendo el gas que se acumula en las aguas en las que están sumergidos bosques y una gran cantidad de material orgánico. Eso ahorraría la construcción de muchas y polémicas hidroeléctricas en la Amazonia.

Las propuestas presentadas por investigadores de dos respetadas instituciones científicas brasileñas no tuvieron eco. Si fueran factibles, constituirían una fuente muy barata de electricidad, evitarían grandes emisiones de gases invernadero y ahorrarían nuevos gastos en líneas de transmisión y otras estructuras, por estar vinculadas a centrales hidroeléctricas ya existentes.

Pero ni siquiera se admite oficialmente que las represas amazónicas contienen y emiten metano y dióxido de carbono, los principales gases causantes del cambio climático, y en gran cantidad, como aseguran investigadores de varios centros de estudio, entre ellos el Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas (INPA).

El estudio de impacto ambiental de Belo Monte, la polémica central en construcción en el río Xingú, subestima las emisiones al considerar solo el metano de la superficie del embalse, omitiendo el de las turbinas y vertederos, donde más se hace presente este el gas, al revolverse las aguas profundas, denunció Philip Fearnside, investigador del INPA.


Fuente: Agencia Andina

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